dilluns, 23 de novembre del 2009

50 formas de cabrear a tu oponente


1. Lleva un peluche pequeño. Pregúntale constantemente al peluche qué hacer.

2. Lleva una miniatura de cura. Cada vez que una miniatura muera, ponla al lado, y entona un canto fúnebre antes de retirarla.

3. Lleva un libro de reglas falsificado (¡Horas de diversión!)

4. Aféitate la cabeza. Píntate de verde. Ponte un aro en la nariz, y haz sonidos guturales.

5. Al inicio de la partida, lanza una moneda. Salga lo que salga sonríe a tu oponente, di que has ganado y empieza a recoger las miniaturas.

6. Lleva 20 páginas escritas a mano y gafas de intelectual. Cada dos por tres para a tu oponente y lee frases en plan abogado como “Se ha visto la miniatura escabullirse por su flanco, lo que según el artículo 2 párrafo 14 implica que debe hacer un chequeo de pánico”.

7. Insiste para que tu oponente tire los dados por ti. Si salen malas tiradas, insúltale.

8. Antes de empezar haz una danza india y reza a los dioses. Maldice a tu oponente visiblemente.

9. Llega antes que tu oponente. Despliega. Ahora ponte en el otro lado de la mesa y dile que él ha de jugar con tu ejército y tú con el suyo.

10. Si usas cañones, añade algún muelle y saca una bolsa de canicas. Practica antes de empezar la partida.

11. Lleva una pequeña espada de plástico de juguete. Desafía a tu oponente. Si lo rechaza, di que has ganado porque ha rechazado el desafío.

12. Hazte el muerto cuando tu General muera.

13. Pon encima de la mesa una miniatura de Warhammer 40.000 (un Land Raider es ideal). Haz referencias vagas al poder del cañón láser en Warhammer Fantasy.

14. Di que no te fías de tus héroes.

15. Actúa como un locutor de fútbol. Todo el rato.

16. Pide educadamente a tu enemigo que no mate tu general, porque es su cumpleaños.

17. Lleva una máquina de hacer humo. Insiste en recrear la “niebla de guerra”.

18. Sacrifica un Goblin a Morko al empezar. Córtale la cabeza con un cutter delante de tu enemigo.

19. En mitad de la batalla, reorganiza miniaturas mientras sacas la cámara de fotos “para hacer un diorama”.

20. Afila las lanzas de tus goblins con un cutter antes de empezar.

21. Carcajea diabólicamente: “¡El mundo es mío! ¡Nadie me lo va a impedir!”

22. Antes de empezar, dile que estás entrenándote para ser Campeón del Universo.

23. Siente la muerte de cada miniatura. “Noooo, pobre Marius von Kopplefheim… tan buen hombre que era…”

24. Desmáyate cuando muera cada miniatura.

25. Añade sonidos vocales de efectos especiales. ¡Ka-booooom! ¡Ouch!

26. Pregunta si serán tuyos los derechos de retransmisión de TV de la partida.

27. Sólo para sorprender, muéstrate de acuerdo en todo y hazle la pelota.

28. Declara que estás en contra de la deforestación. Amenázale con demandarle si toca tu Hombre Árbol o avanza por el bosque.

29. Insiste en una merienda para tus miniaturas. A media partida saca una furgoneta en miniatura y paséala por el campo de batalla repartiendo la merienda.

30. Di que eres pacifista y empieza a retirar las miniaturas.

31. Grita a tus miniaturas como si fueras un General. “Panda de inútiles, ¡marchad! ¡He visto gusanos que luchaban mejor que vosotros!”

32. Pregunta a tu oponente si está a favor de las armas atómicas. Lleva una pelota de ping pong pintada de negro en un altar y di que no quieres avanzar qué es.

33. Lleva una corona en la cabeza y dile que eres el Señor de la Galaxia.

34. Lleva un caniche de plástico. Di que es tu mascota.

35. Ponte un mostacho y luce una esvástica. “Disciplina” a tus tropas si no te saludan.

36. Jalea tus miniaturas y apláudeles cuando maten a alguien.

37. Escóndete bajo la mesa. Cuando tu oponente te saque de debajo, dile que tienes miedo de sus miniaturas.

38. Deja una lista falsa de ejército (a ser posible exagerada) encima de la mesa y visible. Si tu oponente intenta mirarla, échale bronca y apártala, y luego vuélvela a poner encima de la mesa.

39. Ponte una carta con un As en la manga cuando empiece la fase de magia, de forma visible.

40. Trae una baraja de Magic. Cuando empiece la fase de magia empieza a barajarla y pregúntale si quiere cortar.

41. Habla en Skaven. ¡Hiiiic-hiiiic!

42. Dile que llevas dados trucados. Cuando saques un uno, exclama en voz alta “¡Vaya asco esta tecnología moderna!”

43. Lleva una lámpara. Frótala antes de jugar y pide tres deseos. Si no se cumplen échale bronca a tu oponente.

44. Pregúntale qué año es, dónde estáis y a qué vais a jugar.

45. Haz referencias a que hay un espía en su ejército y no le dirás quien es.

46. No despliegues los magos. En la primera fase de magia haz estallar un petardo y en medio del humo pon al mago mientras dices “¡Tacháan!”.

47. Haz una historia para cada miniatura. Con árbol genealógico.

48. Cada vez que muevas a tus exploradores, pon en el móvil la melodía de "Misión Imposible", mira a ambos lados y asegúrate de que no hay peligro antes de mover.

49. Pinta partes traseras de miniaturas de color gris. Di que vas a jugar en plan culo-duro.

50. Pinta todo tu ejército de púrpura y amarillo, juega con una camiseta de los Angeles Lakers y llama a todas tus miniaturas igual que los jugadores del equipo.

dimarts, 10 de novembre del 2009

Trens

Actualment, difícilment un pot evadir-se del “mundanal ruido”, ja que arreu sorgeixen cartells que vulguis no t’informen per tornar-te al món real. Un d’aquests indicadors és la via del tren, que on vulgui que es trobi, senyala que ens trobem al món real; no hi ha element més característic de la civilització del S.XX. I em sembla un aparell antipàtic i inhumà: fot un terrabastall transportant centenars de persones tancades dins una caixa. Despiadadament, les transporta a velocitat uniforme, paren a les mateixes estacions i tots adquireixen el mateix aroma a suor. Es diu que la gent puja i viatge en tren, però jo dic que són carregades i transportades. Poques coses deprecien més l’individualitat que el tren. La civilització moderna utilitza tot recurs possible per desenvolupar l’individualitat, i després de realitzar-la aquesta és trepitjada com tots els mitjans a l’abast. Atorga uns metres quadrats a cada persona i els diu que ja són lliures dins d’aquests límits. Al mateix temps construeix carreteres i línees de ferrocarril, i l’espanta augurant tota classe de funestes conseqüències si s’atreveix a fer una passa més enllà dels límits. És natural que, qui és lliure dins d’un marc determinat, també vulgui ser-ho més enllà d’aquests confins. És digne de compassió un poble civilitzat que, dia i nit, rossega els barrots de la seva presó tot anhelant llibertat. La civilització concedeix llibertat a l’individuo, el tenca com un tigre d’uns d’una gàbia perquè tingui espai per moure’s a voluntat, i així conserva la pau en aquest món. Però la pau no és autentica. Aquesta pau s’assembla a la del tigre del zoo que des de la gàbia contempla els visitants. Només caldria trencar un dels barrots per desencadenar la confusió al món, tindríem una segona Revolució Francesa. Ara el que tindríem seria la revolució de l’individuo. Ibsen, el magnífic escriptor nòrdic, ha treballat a consciència que portarien a aquest esclat. Quan veig la violència amb la que es mou xarbotejant el tren, considerant indiscriminadament a tots els seus ocupants com simple mercaderia, i veig com files i files d’éssers humans són engolits per les seves múltiples boques, omplint una llarga filera de vagons als quals no importa gens l’individualitat, penso: “És perillós, vigileu, o la civilització actual acabarà sucumbint a aquest perill”. El tren que avança maldestrament i a cegues enmig de la foscor és un exemple del perill que amenaça la civilització moderna.
Clar que potser ja és massa tard.